lunes, 5 de julio de 2010

Cartas a Pepe Blanco: "Bien está lo que bien acaba".

La Muixaranga

La Muixaranga d’Algemesí, dicen , es más antigua que ‘Els Castellers’ de Valls. Pero ambos tienen una cosa en común: representan la unión y fortaleza de un pueblo que lucha por alcanzar las cotas más altas, desde la unidad y firmeza de todos sus miembros.

En esta estructura son tan importantes quienes soportan en la base, como quienes sujetan a estos, o los/las que alcanzan la cota más alta (que suelen ser los más jóvenes).

La imagen de todo un pueblo ‘apuntalando’ la estructura humana, es muy significativa del espíritu de los pueblos de la Antigua Corona de Aragón. No en vano, formaron los primeros parlamentos en la península, y fueron los primeros receptores del derecho romano en esta.

Reconocer las diferencias, es reconocer al otro. Ni mejor, ni peor. Simplemente diferente. Solidario, respetuoso, cívico, pacífico, razonable, democrático.

L’Estatut de Catalunya, posiblemente no sea el mejor de los textos que pueda servir a los sueños de los catalanes; pero si el más asequible para llegar a cotas de autogobierno que todavía no son maduras en otros territorios, sencillamente porque su sociedad tampoco ha alcanzado los niveles de vertebración cívica y social de que parte la sociedad catalana.

Como valenciano, y socialista, creo que cuanto mejor sea la herramienta de que dispongan los catalanes para autogobernarse, tanto mejor para el resto de comunidades autónomas. No andamos en estos tiempos sobrados de referentes económicos e industriales para ejercer de tren de empuje del Estado. Y no nos llevemos a engaño: si Catalunya sube y mejora, lo hará todo el Estado; como si lo hace cualquier otra comunidad autónoma, o lo hacen países de los que conforman la Unión Europea ( y no son iguales todos los Landen, ni todos los territorios de cada uno de los distintos ‘socios comunitarios’).
Conseguir este efecto homogeneizador -en el buen sentido de la palabra-, entre todos los territorios, es algo de lo que tenemos que enorgullecernos. Y dejar en el olvido, toda esa serie de estériles reyertas y paranoias soberanistas -mal entendidas- que solo abren heridas donde era piel. El músculo democrático ha vencido los arañazos y zarpazos de ciudadanos y partidos que ‘no entienden la Muixaranga’.