jueves, 10 de junio de 2010

Cartas a Jordi: ¿Habla usted japonés?


Llevamos como lastre en nuestra lucha por salir de la zona donde cubre, unas piezas de plomo que sirven para el buceo, pero que nos impiden coger con facilidad oxígeno de la superficie.

Miramos hacia arriba en una lucha desesperada y sin control, agotándonos sin llegar a reflotar. Nuestro medio natural no es este, pero tenemos que movernos en él, queramos o no.

En esta lucha desesperada levantamos el lodo del fondo, y nos enturbia la visión, que se oscurece por momentos.
Parece necesaria y apropiada aunque pueda parecer lo contrario, parar unos instantes. Evaluar nuestras posibilidades. Hacer un reconocimiento de nuestras fuerzas restantes. Calcular con precisión el alcance de nuestro esfuerzo. Medir la distancia hasta la superficie en la que podamos volver a coger aire, y resistir hasta la orilla.

No intento causar angustia en el lector, pero ¿no es verdad que muchos sentimos estos miedos y temores desde hace al menos unos meses?

El tiempo de resistencia es limitado. Solo podemos aguantar un tiempo determinado debajo del agua.
A algunos, como muchos pseudo-pro-conservadores, consideran que se debe soltar lastre y no dejar subir al bote a toda esta rémora de subvencionados y mantenidos. Algun@s dicen no conocer a personas que no trabajen por imposibilidad, y lo más grave para ellos, es que hay demasiados instalados en un cómodo subsidio legal compaginado con la economía sumergida.

Casualmente a las personas a las que he oído algo por el estilo de lo anterior, compatibilizan dos o más salarios, o dos o más ingresos públicos (llámese pensión y/o salario); y son por cierto l@s que más se están quejando, por ejemplo, del recorte salarial (si, se trataba de empleados públicos, de ciertos empleados públicos). Casualmente también, estos tienen disfrutan de unos ingresos medios y mínimos de más de 60.000 euros anuales. Son la nueva clase social agraviada (e insolidaria ) que nos gobierna (administrativamente hablando).
¿recordamos en cuanto está el IPREM? (dividan la cantidad anterior entre 10, y se harán una idea de con qué pasan muchas familias españolas gracias a prestaciones asistenciales, o retribución en negro, y sin cotizar).

Hacer de la excepción norma puede resultar penoso y malintencionado. ¿De qué necesitan algunos justificarse?

Volviendo de nuevo a nuestra particular lucha por alcanzar la superficie, y de dirigir nuestras brazas hacia la orilla adecuada; resulta no menos que curiosas las manifestaciones de los ‘hombres fuertes’ de las grandes empresas (energéticas, logísticas, financieras, …), que lejos de asumir su rol en esta situación, cambian velas, y arremeten contra todo aquel que intenta flotar y recuperarse, arrojando una estela de agua sobre nuestras narices impidiendo que podamos recuperar un mal resuello. ¡no podemos seguir soportando la ¿competencia? de la energía solar fotovoltaica y térmica! –dicen bravuconamente-. El mercado de las renovables se deben de redirigir a los aerogeneradores –muy enfáticamente- … Sinceramente, me jode que me pisen el juanete, aunque lleve zapatos.

De nuevo como un agente doble, nuestro denostado Bastian(se) se convierte en cómplice y verdugo de los ciudadanos permitiendo y alentando que las grandes empresas se aprovechen de las actuales circunstancias y aumenten más sus dividendos.

No nos gusta algún que otro ‘capitán’ de bote (o botarate), y nos recuerda demasiado al viejo (y el mar) de Hemingway luchador, abnegado, soñador, y con ilusión a pesar de los años y el tiempo pasado en el mar. (y los tiburones descarnando nuestras propias carnes).

Yo, como cualquiera, me revuelvo y muerdo a quien intenta aprovecharse de mi agonía. Y a diferencia de ellos, arremeto contra quien intente sacar provecho del mal ajeno.

Un saludo, y seguimos charlando…