jueves, 19 de junio de 2008

Cartas a Pepe Blanco: "Avanzando juntos por la Europa que queremos"

Desde siempre la vocación del Socialismo, ha sido la Internacionalización (y a ella le cantábamos en los Congresos de JSE hace al menos unos años, a la finalización de éstos). La única forma de superar los “localismos”, es llegar a conocer la cultura, idioma, y costumbres de nuestros vecinos. A ello han contribuido los diferentes programas europeos de intercambio de estudiantes. (Erasmus, Sócrates, …).
Se me ocurre que tal vez existe en Europa un colectivo cada vez más mayoritario, y a su vez decisivo a la hora de decantar una decisión global hacia un lado u otro. Este colectivo al que me refiero, son los pensionistas, y jubilados. Este colectivo dispone –según los países, y su nivel social- de tiempo, memoria, relaciones, y compromiso con la sociedad.
¿Por qué no se organizan más visitas entre ciudadanos de la Unión Europea, con un contenido cultural, social, e inmersión ciudadana?
Muchos europeos nos visitan, e incluso residen entre nosotros, pero difícilmente interaccionan con la sociedad autóctona.
Debemos encontrar las herramientas que nos permitan atravesar la piel, y calar en la sensibilidad de los diferentes pueblos que componen nuestra realidad socio-económica y cultural. Europa ya se avergonzó del conflicto en la extinta Yugoslavia. Creíamos que eso nunca iba a pasar en el viejo continente.
Recuerdo incluso un comentario que le hice al sociólogo García Calvo, un verano de 1991, en la Jaime Vera, que él calificó de absurdo e improbable [el entorno era una actitud determinada de Alemania, en el contexto europeo] : más o menos, venía a decir –y la juventud es un eximente- que parecía que la solución para el paro y el relanzamiento de la actividad en Europa, era entrar en una guerra, para entre los que caen y lo que se destruye, volver el resto a reconstruir y reactivar las empresas. (más o menos lo que los EE.UU. o la ex-URSS, han estado haciendo desde después de la II Guerra Mundial, mediante los denominados conflictos locales).
No se trata de “llévese un pobre a cenar esta noche de Navidad a su casa”, más propio de los modelos caritativos. Sino de “intercambie miembros de su familia durante unas semanas, con otras de otros países y culturas”, no para hacer turismo, sino simplemente para poder convivir y conocer cómo viven lo cotidiano otros pueblos y ciudadanos.
Sembrar para cosechar en un futuro.