(insertat en: http://blog.jordisevilla.org/2009-11-16/por-una-economia-sostenible-publicado-en-mercados-de-el-mundo/ ) ¿Dónde ponemos el epicentro de la sostenibilidad? ¿En que punto de los ejes de coordenadas situamos en cada economía este punto crítico?
El sistema no se reinventa, solo desplaza su campo de actuación, y lo hace desde la depredación y búsqueda de nuevos terrenos colonizables comercialmente.
Ahora es el mercado chino, y el de los llamados países emergentes (eufemismo de más consumistas), en el que han puesto sus ojos los EE.UU., al igual que casi todos los países del antiguo continente.
No podemos predicar desde la hipocresía, de haber quemado todas nuestras naves en el camino del absurdo del crecimiento sin fin.
Exigimos el respeto a la Amazonia, cuando hemos destruido superficies incluso mayores, en el resto del mundo.
Pedimos parques naturales en tierra de otros, cuando ya hemos agotado nuestro suelo con construcciones.
Delimitamos zonas no urbanizables, en las tierras de quien no se puede defender, o de quienes no han especulado como ellos hasta hoy.
Si queremos pulmones verdes, debemos pagar por ellos. Si queremos poner freno al desarrollo insostenible, no puede ni debe ser a cuenta y riesgo de países pobres y subdesarrollados.
¿Recuerdan aquella frase de los años ’70, en que se decía que no podían tener cada chino un frigorífico, porque el planeta no lo podría sostener? Y si a ello, añadimos el tópico de … si todos los chinos saltasen a la vez, cambiaría la trayectoria el planeta… . Tópicos aparte, de lo que ya nadie a fecha de hoy puede ni negar, ni ocultar, es que todos los países, todas las personas debemos adquirir un compromiso con el futuro. Un compromiso con quienes van a sufrir nuestro enfermizo crecimiento y consumismo compulsivo.
Hay que cambiar algunos clichés: no es más ecológico lo cultivado sin química, si la traemos del otro confín del planeta; no es ético pagar nuestros excesos de emisiones contaminantes, comprando cuota a países en desarrollo; no es de justicia negar a ningún ser humano la mejora de sus condiciones de vida.
Otra cosa será determinar qué condiciones son las humanamente aconsejables en cada lugar, y situación.
El sistema no se reinventa, solo desplaza su campo de actuación, y lo hace desde la depredación y búsqueda de nuevos terrenos colonizables comercialmente.
Ahora es el mercado chino, y el de los llamados países emergentes (eufemismo de más consumistas), en el que han puesto sus ojos los EE.UU., al igual que casi todos los países del antiguo continente.
No podemos predicar desde la hipocresía, de haber quemado todas nuestras naves en el camino del absurdo del crecimiento sin fin.
Exigimos el respeto a la Amazonia, cuando hemos destruido superficies incluso mayores, en el resto del mundo.
Pedimos parques naturales en tierra de otros, cuando ya hemos agotado nuestro suelo con construcciones.
Delimitamos zonas no urbanizables, en las tierras de quien no se puede defender, o de quienes no han especulado como ellos hasta hoy.
Si queremos pulmones verdes, debemos pagar por ellos. Si queremos poner freno al desarrollo insostenible, no puede ni debe ser a cuenta y riesgo de países pobres y subdesarrollados.
¿Recuerdan aquella frase de los años ’70, en que se decía que no podían tener cada chino un frigorífico, porque el planeta no lo podría sostener? Y si a ello, añadimos el tópico de … si todos los chinos saltasen a la vez, cambiaría la trayectoria el planeta… . Tópicos aparte, de lo que ya nadie a fecha de hoy puede ni negar, ni ocultar, es que todos los países, todas las personas debemos adquirir un compromiso con el futuro. Un compromiso con quienes van a sufrir nuestro enfermizo crecimiento y consumismo compulsivo.
Hay que cambiar algunos clichés: no es más ecológico lo cultivado sin química, si la traemos del otro confín del planeta; no es ético pagar nuestros excesos de emisiones contaminantes, comprando cuota a países en desarrollo; no es de justicia negar a ningún ser humano la mejora de sus condiciones de vida.
Otra cosa será determinar qué condiciones son las humanamente aconsejables en cada lugar, y situación.