(insertat en: http://blog.jordisevilla.org/2009-10-05/poner-numeros-a-la-ansiedad-publicado-en-mercados-de-el-mundo/ ) Existen pequeños/grandes vicios en los actores de la política en todos sus niveles. Las viejas guardias que siempre han aplicado la política de “tierra quemada”, se mantienen en sus trece: ‘no vamos a darles soluciones, para que las utilicen …’, o ‘mañana se va a decir por ahí, que nosotros queremos plantear tal o cual cambio’ … y nosotr@s no estamos gobernando.
Estos mensajes, no son casuales, ayer mismo los escuche en la última reunión que mantuvimos (sic) para debatir la situación actual en el pequeño ámbito local; y desde la oposición política.
Estas reacciones me parecieron de mediocres timorat@s, sin desmerecer su ‘experiencia política histórica’.
Entré en política hace más de 25 años, porque creía que mi esfuerzo y mis ideas podían aportar eso que en mercadotecnia se llama “inputs”. El convencimiento de que algo puedes aportar a la solución, o a la mejora de tus vecin@s.
Las estructuras políticas son viejas, y la grasa que une sus piezas, más que favorecer el movimiento, lo entorpece, porque se ha solidificado.
No se puede, ni se debe censurar ninguna idea, por descabellada que parezca, en la primera fase de ‘tormenta de ideas’ o brainstorming, y mucho menos descalificar a quien las plantee sin pararse siquiera un instante a valorarla y sopesarla medianamente.
Empecinamiento es lo que tenemos algunos al defender y debatir nuestras opiniones e ideas. Algunos las califican de temerarias (no por su contenido, sino por el entorno frágil en que nos encontramos: pendiente de la permanencia en el trabajo, pendiente de enojar a algún capitoste funcionari@ o polític@). La valentía del temerario, pero ¿cómo sino se puede plantear un cambio? ¿desde posiciones acomodadas y aburguesadas? ¿desde el lamento cotidiano? ¿desde el ‘dejar hacer, dejar pasar’-laissez faire, laissez passer-?.
Desde estas lineas animo a tod@s aquell@s que creen que pueden aportar alguna idea, a que lo hagan valientemente, decidida, y rigurosamente.
Como decía mi abuela, … más se perdió en Cuba; y … sin cambio, no hay evolución.
Estos mensajes, no son casuales, ayer mismo los escuche en la última reunión que mantuvimos (sic) para debatir la situación actual en el pequeño ámbito local; y desde la oposición política.
Estas reacciones me parecieron de mediocres timorat@s, sin desmerecer su ‘experiencia política histórica’.
Entré en política hace más de 25 años, porque creía que mi esfuerzo y mis ideas podían aportar eso que en mercadotecnia se llama “inputs”. El convencimiento de que algo puedes aportar a la solución, o a la mejora de tus vecin@s.
Las estructuras políticas son viejas, y la grasa que une sus piezas, más que favorecer el movimiento, lo entorpece, porque se ha solidificado.
No se puede, ni se debe censurar ninguna idea, por descabellada que parezca, en la primera fase de ‘tormenta de ideas’ o brainstorming, y mucho menos descalificar a quien las plantee sin pararse siquiera un instante a valorarla y sopesarla medianamente.
Empecinamiento es lo que tenemos algunos al defender y debatir nuestras opiniones e ideas. Algunos las califican de temerarias (no por su contenido, sino por el entorno frágil en que nos encontramos: pendiente de la permanencia en el trabajo, pendiente de enojar a algún capitoste funcionari@ o polític@). La valentía del temerario, pero ¿cómo sino se puede plantear un cambio? ¿desde posiciones acomodadas y aburguesadas? ¿desde el lamento cotidiano? ¿desde el ‘dejar hacer, dejar pasar’-laissez faire, laissez passer-?.
Desde estas lineas animo a tod@s aquell@s que creen que pueden aportar alguna idea, a que lo hagan valientemente, decidida, y rigurosamente.
Como decía mi abuela, … más se perdió en Cuba; y … sin cambio, no hay evolución.
En paz contigo mism@. Luchando por la consecución de unas ideas y de un proyecto, a pesar del encerado de los escalones de esta escalera que es la política. Y no se equivoquen los profanos, cualquier decisión dentro del ámbito de la empresa, es una decisión política. Cualquier decisión dentro de un movimiento ciudadano, o asociación, es una decisión política. No está la política sólo en los partidos.