sábado, 18 de junio de 2011

cartas a Jordi: La Comisión, el PP y nosotros.

La sociedad está espectante a la capacidad de aunar ideas, proyectos, estrategias y decisiones para afrontar la grave crisis que estamos padeciendo. 
Si no actúan con responsabilidad y altitud de miras, pronto, o más pronto, les pedirán cuentas. Y el alto nivel de votos en blanco, o nulos de las pasadas elecciones, es un síntoma de ello. 
Los movimientos reinvindicativos y de disconformes, también.
No se puede dar la espalda a los ciudadanos y a la realidad de estos.
e.doménech

martes, 14 de junio de 2011

Un debate de profundidad. O cómo sacar la cabeza del agua, sin perecer en el intento.

A modo de introducción, reproducimos un extracto del artículo de Jordi Sevilla, publicado en el periódico ‘El Mundo’, y en su blog; titulado: La Comisión, el PP y nosotros. (Publicado en Mercados de El Mundo)
La Comisión Europea ha propuesto que se incorporen obligaciones legales para que las Comunidades tengan techos máximos de gasto (de hecho, esto debería de ser los Presupuestos), mas un compromiso general de que el gasto publico global no suba mas que la economía. Es una idea. Pero deberíamos decir a continuación, que su aceptación significaría importantes recortes sobre el nivel actual de gasto autonómico y local que van mas allá de asuntos cosméticos. Que se recorta, como se recorta, por que se recorta y como afecta a la desigualdad social, deberían ser cuatro preguntas de respuesta obligatoria para asegurarnos que se reduce lo menos útil, antes que lo mas fácil de recortar, lo que menos perjudica a la mayoría antes que lo que mas conviene a determinados grupos de interés. Y todo ello, aplicado de manera simultánea en todas las Comunidades Autónomas y en la mayoría de ayuntamientos debe negociarse de manera conjunta para hacerlo posible y contener el impacto negativo que estas medidas de ajuste tendrá sobre la recuperación de la economía. Es decir, para evitar caer en otro circulo vicioso depresivo de la actividad.
La Comisión Europea también ha insistido en una idea que vengo defendiendo desde hace tiempo: en ausencia de moneda propia que devaluar, solo saldremos bien de una crisis tan profunda como esta si procedemos a algo equivalente a una devaluación interna que solo puede hacerse mediante dos vías, permitiendo que los salarios reales vayan perdiendo poder adquisitivo con todo lo que ello significa desde el punto de vista del consumo domestico y la equidad en la distribución de la renta o bien procedemos a una bajada sustancial y ordenada de los costes no salariales, es decir, las cotizaciones sociales como medida rápida de mejora de la competitividad de nuestras empresas. A cambio, para no perjudicar la financiación de las pensiones, se debe articular una fuente alternativa de ingresos que debería parecerse mucho a la cesta de impuestos y recargos que en Francia llaman Contribución Social Generalizada. De esta manera, incluso manteniendo la presión fiscal global, el reparto interno de la misma se haría de manera mas favorable a la contratación del factor trabajo permitiendo, además, que las pensiones se financien de manera mas solidaria al vincularlas, en parte, a la riqueza del país y no solo al numero de trabajadores activos.
¿por que el Gobierno y la oposición no abren un debate sobre la conveniencia de proceder a un cambio impositivo como este en lugar de enredarse en las cosas en las que suelen enredarse? Todavía mas, ¿por que no inician un proceso de dialogo, pactos y acuerdos para facilitar, entre todos, la recuperación de nuestra economía y la mejora en la calidad de nuestra democracia? Algunos piensan que la democracia se perfecciona solo mediante la confrontación y la alternancia sin que el consenso sea algo mas que una circunstancia extraordinaria en momentos constituyentes. Craso error. El consenso es imprescindible para mantener engrasada la democracia y para la implantación de todo aquello que nadie por si solo es capaz de sacar adelante y para momentos excepcionales como estos. No entenderlo así, justifica el alejamiento creciente de los ciudadanos respecto de la clase política.

El debate está servido, y cada uno en su ámbito y en sus responsabilidades, deberá explicar a la ciudadanía el porqué de las decisiones que se tomen; el cómo piensa afrontar esta dura etapa de lucha por la recuperación económica; de qué situación se parte, y cómo se piensa hacer el camino; de cuáles son las prioridades, y qué cosas son accesorias y/o prescindibles, …
No se trata de demonizar a nadie, ni mucho menos, de estigmatizar. Se trata de asumir una realidad, y definir los retos y objetivos que nos marquemos, así como las líneas de actuación y la cartografía de la ruta a seguir, para que nuestros vecinos sientan lo antes posible que desde la institución más cercana a sus problemas – el Ayuntamiento-, se está trabajando firmemente para acometer los cambios necesarios para que las cargas se repartan más equitativamente, y que ella misma no suponga un lastre, sino un revulsivo a la economía local.
Acometer una revisión del catastro (IBI) partiendo de cero, y de una realidad ajustada al mercado.
Revisar la política de precios, en los recibos de las tasas de los servicios públicos. Ajustando éstos a los costes reales, aplicando vectores de corrección en las desviaciones del coste sobre colectivos y/o individuos más débiles.
Optimizar los recursos de que se disponen.
Liberarse de las cargas impuestas por gestiones nefastas e hipotecas que no debemos soportar. (Y si existe duda razonable de actuaciones ilícitas, actuar extirpando estos comportamientos).
Establecer un calendario de actuaciones, atendiendo a las posibilidades, y a las necesidades, así como la urgencia de estas.
Para todo ello, partir de un estudio de conocimiento y planificación estratégico, que nos muestre nuestros puntos DAFO, puede ayudar a ser más certeros en la toma de decisiones.
Al enfermo habrá que realizarle los análisis y los exámenes precisos para:
-         saber el estado de salud del paciente,
-         los síntomas y detección de la enfermedad que padece,
-         el procedimiento más adecuado a seguir,
-         la técnica más idónea y menos traumática a utilizar,
-         el proceso más óptimo de recuperación,
-         la detección de la mejoría,
-         la revisión periódica,
-         el control de todos los elementos que participan en el proceso de curación y recuperación.
-         Y cuando el enfermo ya está recuperado o con sus facultades disponibles, establecer de qué manera repercute su mejoría y sanación en el conjunto de factores y grupos que han participado y posibilitado su tratamiento.