martes, 12 de octubre de 2010

Cartas a Jordi: "La dimensión moral de la democracia".

Porque no engraso los ejes me llaman …. Y es que chirrían cuando el espectador, creyente o no, oye mensajes, que el mismo emisor, se pasa para sí por debajo del “Arc du Triomph”. Aquello de haz lo que te digo, no lo que yo hago, queda empequeñecido al albor de proclamas nada subliminales de contestación a llamadas ‘agresiones’ a su modo y manera de pensar (y de creer).
Volvemos a mirarnos de nuevo en el espejo. Queremos ver reflejada nuestra imagen en todos los demás.

El hijo se diferencia del padre, le guste a este o no, y a pesar de sus pesares. Puede mantener rasgos o no de sus antecesores, pero no para subordinarse a estos, sino para desarrollarse a partir de ellos. Son nuestro legado, nuestro lastre, o nuestro bagaje en ese transito que es la vida.

Aprender a reconocer la diferencia, a respetar al que no es igual a uno mismo, a convivir con el ser humano que comparte contigo el espacio de tus experiencias.

Podemos estar equivocados, como también tiene derecho el otro a equivocarse. Lo importante es aprender de estas equivocaciones y enmendarla si es posible;  o como otro santo varón decía, y a cuyo retiro subterráneo visité, y ante cuyo busto renacentista pensé, como él: “Sed buenos si podéis”. Espero que este mensaje salga de las catacumbas de San Sebastián, y alcance los más recónditos rincones del planeta. Y sobre todo: ¡Hagamos un pequeño esfuerzo por serlo!.

Un saludo en este lluvioso y plomizo día. Tal vez nos ayude a tod@s a la reflexión. ( de aquí a llegar a soluciones, pócimas milagrosas, o desvelar los acertijos de la economía y la política, o de la religión, todavía no está ni diseñado el trazado).